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viernes, 1 de agosto de 2008

en la isla de los bolllys


¡Hola pandas fabulosos!
Hoy les contamos la segunda parte de la historia de los piratas. Ayer nos fuimos a la playa para jugar la primera parte de la historia, yo era el capitán Bacalao y Ella era Panduchi. ¡Pero yo soy un veradero capitán pirata, por si no lo saben! –¡ Y entonces buscamos la ropa de pirata del catálogo, parecía como en realidad!
Pero ahora les contaremos la segunda parte de la historia, ¡Esperamos que se diviertan!…
Cuando Panduchi entró a su barco de remos y se fue remando hacia el mar, los piratas estaban celebrando en la taberna todavía. Y eso era bueno, porque sino ellos podrían atraparlo cuando el estuviese liberando a los bollys prisioneros.
La luna brillaba en el cielo y era muy luminosa, así, Panduchi descubrió rápidamente la dirección en qué debía remar. La isla no estaba lejos de la costa y se veía muy pacífica. Pero en este momento, en el medio de la noche, el deseaba más estar en su camita y cubrir su cabeza con la sábana. Pero era demasiado tarde, ¡Ahora era su deber terminar su aventura!
Después de poco tiempo remando, llegó a la isla. Subió al barco a la playa y miraba su alrededor. Estaba bastante oscuro y por esta razón tenía dificultades para ver, por suerte aún había una luna llena que iluminaba la noche. Entonces, se fue hacia unas palmeras que estaban situadas justo en el medio de la isla. ¡De repente escuchó pios y silbidos bajitos! ¡Se quedó paralizado por el susto, pero pensó que tenía que ser valiente aunque estuviese solito en una isla desconocida e intentó reconocer algo en la oscuridad. “Quizás se quedaron algunos piratas aquí para vigilar a los bollys” pensaba Panduchi de repente y con mucho miedo. Estaba a punto de darse la vuelta y salir corriendo cuando recordó que seguramente los piratas no hacen sonidos así tan tristes y bajito. Los piratas hacen siempre mucho ruido y se rien mucho, ¡Pero seguro que no pian ni silban! Panduchi sacó toda su braveza a flote y se dirigió directamente al lugar de donde llegaban los ruidos extraños. (No deben olvidar que en estos tiempos, cuando Panduchi vivía en Panfu, la gente casi nuncan veía un bolly y por eso, no conocía los sonidos que hacen los bollys ¡Y que hoy conoce cada dueño de uno!)
Debajo de las palmeras, Panduchi encontró una gran cantidad de jaulas en las cuales habían muchos bollys de todos los colores posibles y llevaban una triste expresión, al estar encerrados. Cuando le escucharon, empezaron a piar muy alto por el miedo, porque pensaban que los piratas habían regresado. “¡Psssst, no se preocupen, no soy pirata!” susurró Panduchi. Estoy aquí para liberarles!“ Cuando los bollys vieron a Panduchi, se quedaron en silencio unos segundos por la sopresa y luego y chirriaban muy alto de alegría! – “¡Deben guardar un poco de silencio, nos van a descubrir con este ruido que hacen!” dijo Panduchi. Pues aún pensaba que quizás había todavía piratas en la cercanía.
Inmediatamente, Panduchi empezó a abrir las jaulas y a sacar un bolly después del otro. Eso no funcionaba tan rápido porque las jaulas estaban atadas. Cuando liberó al bolly número cincuenta y siete (uno rojo que ya tenía mucha hambre) salió el sol sobre Panfu y la isla se veía de repente muy linda y verde. “¡ Ahora tenemos que salir rápido, antes de que despierten los piratas y vengan a buscarles !” dijo Panduchi a los bollys que estaban jugando el la grama.
Panduchi tuvo que remar doce veces entre la isla y Panfu para llevar a todos los bollys clandestinamente a Panfu y esconderles detrás de la cascada, en la selva. Justamente cuando al esconder el último bolly los piratas salieron desde el puerto para hacer dinero de sus presas. ¡Entonces, muy pronto van a descubrir que todos los bollys desaparecieron! Y después seguramente regresaran muy furiosos a buscarles! ¿Qué puedo hacer?
Los cincuenta y siete bollys y Panduchi buscaron una idea para deshacerse de los piratas. A las tres y media de la tarde llegó una idea a la cabeza de Panduchi, por fin. Entonces saltó y gritó repentinamente: “¡Lo tengo! Ya se como podemos deshacernos de los piratas!” Muy emocionado se sentó sentio y escribió el siguientee mensaje en un pedazo de papel: “¡Estimado capitán Bacalao! Yo se donde estan los bollys que usted está buscando! Fueron liberados hoy en la noche y se han marchado en un barco hacia Patagonia. Si van de prisa quizás podrán alcanzarles! Su fan Panduchi.” Panduchi dobló el papelito y lo puso en una botella y la cerró con un corcho.
Un bolly azul que sabía nadar muy bien, llevó la botella velozmente y de manera clandestina al barco de los piratas. ¡Los piratas la descubrieron en el mar y se dejaron engañar! Inmediatamente el capitán Bacalao sacó el ancla del agua y se fue hacia Patagonia para seguir la falsa pista que les había proporcionado Panduchi, el muy listo. Ellos, nunca jamás fueron vistos en Panfu, pero hay reportes que indican que se dedicaron a la apicultura y dejaron la piratería.
Los bollys se mudaron a la pequeña isla y vivieron allí felices y contentos hasta el día de hoy.
Bueno, esta ha sido la historia de los piratas, ¡Esperamos que les haya gustado! ¡Si quieren, les contaremos otra historia en otra ocasión!
¡Hasta muy pronto!

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